sábado, 12 de junio de 2010

La verdad de la mentira



Conciencia

Dice Richard Dawkins, para ilustrar como la ciencia puede ampliar la conciencia, que la cuestión del lenguaje desde la perspectiva de género permitió una “ampliación de conciencia” en ese campo. Aprovecha para regalarnos la cómica anécdota de unas feministas que pretendían transformar el término history por el término herstory, asentándose en un disparate que buscaba, sin base alguna, dotar al término history de una connotación machista: según estas feministas, sería la unión de his –“su, de ellos”- y tory. Con lo que ingeniando la palabra her –“su, de ellas”- más el sufijo tory, se tendría la palabra "herstory": que supongo que sería la “historia” desde ellas… Les hubiera bastado a estas obsesas del género (obsexas) con haber observado que la procedencia de la palabra en otros idiomas, como el español, es la misma, y nada tiene que ver con el posesivo inglés his. Claro que pensarían que en otros idiomas se habría adoptado del inglés. En realidad, no se molestaron en investigar etimología alguna. En fin, todo sea por transformar la lengua.

Transformación social: ¿inventando o descubriendo?

Este ejemplo ilustra cómo se puede “inventar” desde una ilusión o alucinación, o como se podría “descubrir” desde el conocimiento. En este sentido, la ideología preferiría el primer camino para conseguir la transformación social, dejando el conocimiento como algo secundario.

Pero, ¿se puede transformar una realidad sin conocerla? ¿No sería de rigor conocerla antes de operar la transformación a toda prisa? ¿Y no tiene esto relación directa con mi funesta opinión sobre la mentira, el engaño, el autoengaño; y mi predilección radical por la verdad aunque no nos guste?

Pero, ¿y cuando los políticos y políticas de turno ven lo que quieren ver? ¿Y si ellos y ellas no están de acuerdo con esa posición? Es fácil ver que desde el poder continuarán tozudamente tratando de construir esa realidad que desean ver, porque ya están convencidos de conocerla. Las cosas, no hay duda, son como las quieren ver, esto es, desconectándose de toda autocrítica, sea de raza, sexo, religión, ideología; desconectándose de todo mensaje que les haga revisar su impostura.

Lo malo es que la persona que más convincentemente engaña es, precisamente, la que se engaña a sí misma, la que está convencida de su alucinación. Y ésta es, además, la que más difícilmente cambiará su postura. Y da igual que todos los datos del mundo muestren, como con el telescopio de Galileo, que el Sol no giraba alrededor de la Tierra: matarán al mensajero.

No hay más ciego que el que no quiere ver

Para ampliar la conciencia necesitamos la verdad descubierta a partir de los hechos, o más exacto, la verdad reconstruida a partir de la ciencia. No que nos traten como infantes. Claro que entonces sobrarían tantos cuentistas, nunca mejor dicho, al servicio de una alucinación colectiva, al servicio de una alucinación inducida que se alimenta de nuevas víctimas.

Porque lo malo es eso: sigue habiendo víctimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me hace pensar en la invención de enfermedades para vender medicamentos. Se ofrece una realidad y consecuentemente una solución, la cual se vuelve en sí mismo de interés, puesto que absorbe presupuesto, genera negocio. Lo malo es que tiene efectos secundarios y de rebote...

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