sábado, 27 de diciembre de 2008

Amor (para Midori)

106


—No es sólo culpa mía. Me refiero a que yo sea tan poco afectuosa. Y lo reconozco. Pero si ellos..., si mi padre y mi madre..., si ellos me hubiesen querido un poco más, yo, por mi parte, ahora sentiría de otra forma...
(...)
Aunque sólo hubiera sido una vez, hubiera querido recibir amor a raudales. Hasta hartarme. Hasta poder decir: “Ya basta. Estoy llena. No puedo más”. Me hubiera conformado con una vez. Pero ellos jamás me dieron cariño. Si me acercaba con ganas de mimos, mis padres me apartaban de un empujón. “Esto cuesta dinero”, decían. Únicamente sabían quejarse. Siempre igual. Así que pensé lo siguiente: “Conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y cinco días del año”. Estaba en quinto o sexto curso de primaria cuando lo decidí.

—¡Qué fuerte! —exclamé admirado— ¿Y lo has conseguido?
—No es tan fácil como creía —reconoció Midori. Reflexionó un momento contemplando el humo—. Quizá sea por haber esperado tanto tiempo pero ahora busco la perfección. Por eso es tan difícil.
—¿Un amor perfecto?
—¡No, hombre! No pido tanto.
Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. “Toma, Midori. Tu pastel de fresa”, me dices. Y te suelto: “!Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!”. Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero.
—No creo que eso sea el amor —le dije con semblante atónito.
—Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes —replicó Midori—. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia.
—¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana?
—Sí. Y yo quiero que mi novio me diga lo siguiente: “Ha sido culpa mía. Tendría que haber supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?”.
—¿Y qué sucedería a continuación?
—Pues que yo a una persona que hiciera esto por mí la querría mucho.
—A mí me parece un desatino.
—Yo creo que el amor es eso. Pero nadie me comprende. —Midori sacudió la cabeza sobre mi hombro—. Para un cierto tipo de personas el amor surge con un pequeño detalle. Y, si no, no surge.
—Eres la primera chica que conozco que piensa así.
—Me lo ha dicho mucha gente. —Se toqueteó las cutículas de las uñas—. Pero no puedo pensar de otro modo. Estoy hablando con el corazón en la mano. Jamás he creído que mis ideas sean diferentes de las de los demás, ni lo busco. Pero cuando digo lo que pienso, la gente cree que bromeo, o que estoy haciendo comedia. Todo acaba dándome lo mismo.

—¿Sigues queriendo morir en el incendio?
—¡Ostras! ¡No! Eso es otro asunto. Sentía curiosidad.
—¿Por morir en un incendio?
—No. Me interesaba ver cómo reaccionabas. Pero morir no me da miedo…

lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuando el viento silba, de Bryan Forbes.

Lunes 22, he visto una película deliciosa, Cuando el viento silba (1961), Whistle down the wind. De principio a fin disfrutamos de planos bellísimos, en blanco y negro contrastado. Continuamente se respira una mezcla de humor y tensión. Hubo momentos en los que se notaba en el ambiente las ganas de reírse abiertamente con las acciones de los niños, en algún momento incluso se oyeron los habituales chisteos. No me explico cómo no conocía esta película tan bella. Según la Wikipedia ganó tres premios de cine: mejor película, mejor guión y mejor actriz. Así que no parece que sea una película poco comercial -en su momento-.

El señor que hace algún comentario previo a estas películas, lamento no saber su nombre, estando al fin y al cabo a mano, comentaba que sólo la emitieron un sábado, allá por los Ochenta, y no volvió más.

En general, pienso que es un error tratar de
explicar las películas -y las novelas, etc.-. Desde mi punto de vista, este señor cae un poco en este error. Se limita la mirada, la sensibilidad a través de un análisis que siempre es subjetivo. Creo que sería más enriquecedor que solamente se mostrasen datos del contexto, situacionales, pero no valorativos (por tanto limitativos).

La inocente mirada de los niños me hizo pensar en la fe y el amor, me dije "el amor es una mirada distorsionada de la realidad". Visto así, el amor es una necesidad para pisar en tierra fría y hosca. Lo
real se vuelve afectivo, cálido, humano. A su vez, es maravillosa la forma en la que la historia te lleva a sentirte, en parte, en la piel del fugitivo, que de alguna manera termina transformado por la mirada llena de amor de Kathy. Todo es mostrado en lenguaje cinematográfico, planos, miradas. Nada de recurrir a explicaciones. Pura sensibilidad.

Me parece una película imprescindible..., palabra de cateto cinéfilo. Una película que hay que ver limpio, sin presupuestos previos, con toda la sensibilidad atenta. Siempre que veo estas películas o actuaciones pienso "cómo no habré avisado a..." Sobre todo lo pienso porque no es "difícil", creo, y me parece que simplemente con dejarse llevar, se disfruta. Sólo hace falta dedicarle el momento. Pero claro, ¡yo qué sabía! Uno va experimentando, arriesgando(?), y se encuentra con estas obritas de arte. Es emotiva y ligera a un tiempo. Fácil y profunda a la vez, bendito Séptimo Arte.

Si sois capaces de ver esta película con la limpieza y la atención que yo tuve, garantizo diversión y la emoción. La acción no decae en ningún momento, el ritmo que tiene es magnífico, lento pero con gusto, sin prisas. En cuanto termina una secuencia entretenida, pasamos a otra, y el aburrimiento no aparece por ningún lado.

Después de verla, me vino a la mente la frase
El amor es la más hermosa de las mentiras.

Pareciera que una película con una sinopsis como la de la presente podría caer en la ñoñería,
pero creo que esta película está tocada de la gracia del arte, y no se puede reducir con estos parámetros. Sugiere mucho más, en su sencillez, y requiere lo dicho: una mirada limpia.

Tres medidas de humor, una de tristeza, cuatro de belleza, música perfectamente ensamblada para remarcar y definir la acción. Sumando me salen 3 + 1 + 4 = 8 medidas, siendo tacaño. Sólo le faltarían dos medidas para el diez. Añádanle lo bien rematada que está, la ausencia de rodeos innecesarios, en fin,
Bocata di cardenale, ¿se dice así? Eso.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Me suena

Veo el final de un documental, no sé si tratan de alguna secta u organización asimilable. Indago en la programación y veo que se trata del programa Asia: sueños globales de La Noche Temática. Lamento no estar al tanto de este programa. Hay buenos programas en la televisión: sólo hay que procurar no dormir, no salir el sábado noche, etcétera para verlos... Gracias TV Pública, gracias Presidente.

En la página de RTVE veo:
"John y Jane: teleoperadores en Bombay
(Documental - 83’ – India - Dirección: Ashim Ahluwalia - Producción: Future East Film)
Hoy en día se venden muchos más productos a Norteamérica desde la India que desde los Estados Unidos. Esta asombrosa paradoja se produce en muchos países del mundo. Este documental muestra cómo trabajan y viven un grupo de teleoperadores en Bombay, que en muchas ocasiones y, debido a su trabajo, se sienten más cercanos a la cultura occidental, que a su propia identidad india."
El comentario que ponen es mucho más leve de lo que se ve en realidad. No es que se "sientan más cercanos a la cultura occidental", es que están completamente sumidos -sumergidos, hundidos- en esa cultura..., el Mundo Feliz -el Mundo Banal- de Huxley resulta realista..., la dilución del individuo es total.

Se oyen "pensamientos" en voz alta de una chica rubia, de piel blanca, sentada con microcascos:
"Apenas conozco a nadie aquí. Muchos desearían conocerme, sobre todo chicos. Soy diferente...
Soy completamente rubia natural. Estoy totalmente americanizada..., porque pertenezco al mundo de hoy en día,... me encanta estar conmigo misma y ser simplemente yo..."
John, un teleoperador con rasgos netamente indios, muestra entusiasmo porque "trabaja para una empresa americana. No se lo puede creer"... En cuanto vio a Jane se enamoró de ella... Apenas se pueden ver porque tienen turnos distintos. Coinciden veinte minutos en una especie de Burguer y piden patatas fritas, hamburguesas, salsas..., todo lo que le suena americano lo pide. Vaso de plástico de Coca Cola, vaso de plástico de... Ella tiene un aire de ausente, imagino que ser grabados para realizar un documental les debe parecer toda una aventura. La mujer se queja porque no quería Coca Cola, sino naranja...

John piensa -voz en off-:
"Antes hablaba algo en inglés y la mayoría en hindi... Ahora hablo siempre en inglés. Me imagino América como un país precioso... Me encanta cómo hablan, en inglés..., yo nunca podré hablar así..."
Son las 0:30 horas del domingo, madrugada. Una buena hora para mostrar un programa tan poco comercial (?)... La televisión pública al servicio de..., ¿de qué?...

Se ven imágenes de la teleoperadora, rubia, de piel blanca, bailando en una disco entre la multitud.... Luego tomando algo en la barra de la disco...
"Bueno..., estoy buscando al hombre ideal..., el hombre ideal deber ser como yo..., los ojos claros..., y rubio, como yo..., a los rubios les atraen los rubios, es lo natural, por supuesto que es natural, es una tendencia natural..."
En una de las reuniones pedagógicas de la empresa de servicios de teleoperación. La formadora de la empresa, con una actitud y tono de voz maternales, apoyada por imágenes y esloganes, igual que si hablara en un aula infantil, les pregunta lo que llevan tiempo asimilando y tienen que aprender a contestar automáticamente, reforzando la doctrina "americana".


-¿En qué supermercados creéis que encontramos más variedad, en los indios o en los americanos?
-En los americanos.
-¿Podemos aquí hacer estas toallas? -y la formadora les enseña un catálogo-.
-¡No! -contestan a coro-.
-¿Por qué?
-Porque son americanas -todos viven el éxtasis de formar parte de una empresa americana.

-¿Cuáles son los valores americanos?
-Individualismo, éxito.
-Consecución del éxito -refuerza con voz maternal la formadora-.
-Progreso, felicidad -continúan rezando los teleoperadores-.
-Búsqueda de felicidad -refuerza la formadora-, y continúa con una extraña letanía:
-Mis dientes son de oro, me gusta resistir...
-Mis dientes son de oro, me gusta resistir... -repiten-.
-Mi comida está fría, me gusta resistir -alenta la formadora-.
-Mi comida está fría, me gusta resistir -repiten-.

Sí, parece tratarse de una secta... Ya antes había visto imágenes, cuando aún no sabía de qué trataba el documental, que parecían de una secta. Todos, llevados por un éxtasis sentimental, estaban reforzando su unión con el Dios America.
Pienso en la negrura, no quiero creer que esto es verdad. No puede ser... Pienso en el fenómeno equivalente: voces latinoamericanas haciendo teleoperación desde allí para el mercado español... El tema del programa es la aldea Global vista desde ángulos distintos.

Tras este documental, emitirán otro:

El ejército de los pobres
(Documental - 2002 - España - 66' - Director: Jorge Iglesias - Producción: Sogecable - New Atlantis, con la participación de TVE)
Muhammad Yunus creó a comienzos de los ochenta en Bangladesh el Banco Grameen. Lo que entonces parecía una aventura, hoy es una de las ofertas financieras más sólidas del mundo. Es una institución que ha concedido más de tres millones de microcréditos a personas sin posibilidades y con sólo el 2% de impagados, a pesar de que el Grameen no exige avales, sino que basa la concesión de sus créditos en la confianza.

Pienso en Educación para la ciudadanía, esa asignatura más o menos doctrinal, en toda la polémica y oposición que hay entre unos y otros..., cada cual tratando de adoctrinar a su manera, o a su interés, y pienso si no sería mejor publicitar -como yo estoy haciendo ahora...- este tipo de programas en lugar de poner cara de felicidad con las "extraordinarias" series telenorteamericanas, telesudamericanas, telenacionales, teleregionales, telelocales..., y contribuir a su difusión por el mero hecho de que "gustan".

Llevo mucho tiempo huyendo del pensamiento negro:

"y no oyo más que puertas
que niegan lo que esconden
La chimenea vierte
su vomito de humo
a un cielo cada vez
más lejano y más alto..."

¿No puede haber una síntesis del pensamiento positivo, del pensamiento del marketing y una ética de la dignidad del individuo?... Pienso que mi concepto de la dignidad es anodino, no sirve ni para nada ni para nadie. La dignidad tiene forma de "tolerancia"... a la estupidez, de inconsistencia, ambiguación, autoengaño, relativismo absoluto, abyección de una individualidad débil, infantil, en el Dios totalizador "americano".

El segundo documental ofrece el contraste... ¿Ofrece el contraste?... Es una cultura campesina y ganadera... Veo a mujeres -un protagonista muy importante en este documental-, que hacen uso de esos llamados microcréditos. Con una idea positiva de la cultura "occidental": la idea de desarrollo económico, la idea de vivir mejor, de hacer negocios como algo positivo, de asociarse -todos son accionistas del banco en el momento en que son clientes-. El requisito para ser accionista de este banco es muy simple: ser pobre. El objetivo: dejar de serlo... Ser el banco de "los que eran pobres".

Con un incipiente desarrollo, comienza a hacerse popular el "entretenimiento de masas"..., gentes mirando la televisión, hipnotizados...

"Aquí hay musulmanes, hindús. En general nos llevamos bien... A veces algunos hombres musulmanes se meten conmigo..."

Las mujeres están reunidas, con niños preciosos. La hindú dice que no quiere tener más de dos hijos..., "quiere darles estudios aunque se quede sin comer..." Tomará la píldora (ignoro si es pecado...) Me da por pensar que están a un paso de nuestra cultura moderna: sus hijos estudiarán, en dura competencia entre todos, para alcanzar... ¿qué?... Los niños saldrán cuando puedan de ese mundo rural..., caerán con peor o mejor fortuna en "la ciudad"... Se perderá la memoria...

Al final, en una de las pocas televisiones, una mujer dice:

"Me encanta la televisión, sobre todo los anuncios... Me gustaría comprar una máquina de coser..."

Creo que todo esto me suena...

Anuncian que el próximo programa hablará de los niños soldados en Uganda..., El difícil retorno a casa es un documental que pone los pelos de punta..., niños asesinos despiadados...(¡), que vuelven a casa, que tal vez hayan matado a sus propios hermanos, padres... Claro que todo es una disculpa para ver lo más bonito de la televisión: los anuncios.

Hay una constante en la cultura televisiva analfabeta y la cultura televisiva de "la generación mejor preparada": todos están encantados con los anuncios... Estos se han convertido en el producto por excelencia. Sus creadores se han adaptado perfectamente a los "tontos" y a los "listos", aprovechando la necesidad de los primeros, utilizando el egoísmo narcisista de los segundos.

La empresa americana que emplea a teleoperadores indios se basa en la televenta...

Sí, creo que todo esto me suena.

domingo, 26 de octubre de 2008

Es probable que Dios no exista... Disfruta

Hacía muchos años que no disfrutaba de un partido de fútbol. Mi nivel de saturación mediático no es muy alto, y el indiscriminado bombardeo publicitario me produce rechazo. Un día me dio por encender la TV, me encontré con uno de los partidos de la Copa de Europa de 2008, Holanda-Francia: fue como descubrir el Edén de las emociones olvidadas.

Pocos días después, el día en que España jugó la final contra Italia, en la última Copa de Europa, me entró uno de esos ataques de soledad que me dan cuando un acontecimiento colectivo afecta al país entero y a mí me pilla unitario. Así que, para compartirlo, busqué. Busqué y encontré un barín poco concurrido, cerca de mi casa, con mesa libre y todo. Como tenían una cerveza que me gustaba, aproveché la novedad del fútbol y la disculpa de la rubia fermentada. En la barra había una chica sudamericana, de Ecuador, probablemente, que con su pose de piernas cruzadas alegraba mi vista. Era la gozosa de un tipo de treinta y pico años que la acompañaba, así que mi disfrute tenía sus límites, lamentablemente. El hombre, visiblemente alegrado por otra cerveza, elevaba inopinadamente una de esas horrísonas bocinas que se oyen en los campos de fútbol, y la hacía sonar repetidamente. A un par de metros, delante de mi, había una familia con niños, uno de cerca de doce años. Cada vez que el tipo la hacía sonar, se sobresaltaba y, tras una inquieta mirada, se tapaba los oídos confundido y desesperado: el gozo del espectáculo compartido comenzó a teñirse. Cuando acabó el primer tiempo, en lugar de continuar con ese disfrute de la vida, y aprovechando la ingravidez que me producía la rubicunda bebida, me fui, ya que el gozoso bocinista me estaba sobresaltando a mí también. Así que tuve excitación pero sin clímax.

En fin, que me tuve que ir a disfrutar el segundo tiempo a mi casa. Solo. Ignoro lo que le habrá ocurrido al niño, que el pobre no sabía ya qué hacer. Espero que tenga a Dios presente, si no, con doce años, rodeado ya de hedonistas sin el "temor" de Dios, lo va a tener dificil.

Y a mí, si al menos me quedara Dios, y el infierno, y todas esas cosas, de lo más alto y de lo más bajo, igual me podría consolar. En fin, pensar que el bocinero de turno acabara condenado en el infierno, a partidos de fútbol silenciosos y mudos, sin hembras del paraíso, sin bocinas. Qué sé yo, alguna compensación, ya que mi libertad es violada -¡Libertad, tenías que ser mujer!-, por imperativos de sus disfrutes, obligada a elegir entre la estentórea estupidez bocinal y la lúbrica soledad de mi magín. Cuarenta y cinco minutos contra la espada y la pared. Preferí la pared, por aquello de que siempre puedes imaginar un mural, o una puerta oculta que prometa un mundo, tal vez de mujeres jugando a fútbol, disputándose mi cuerpo cual trofeo. Para esta vida pasa, me arreglo con el magín, pero que a cambio me quede la eterna sin estos individuos, digo yo. Con fútbol, acompañado del muchacho sensible, de hembras táctiles y gozosas. Y una buena cerveza, por qué no, de abadía trapense, por favor.

En los autobuses londinenses, dice Elvira Lindo, reza el eslogan:

"Es probable que Dios no exista. Ahora deja de preocuparte y disfruta de la vida"

¡Disfruta de la vida!, ¡Je!, y entonces yo, qué. Lo preocupante ahora es que no haya infierno, que no haya Dios, porque entonces, qué mierda es esta, qué me queda a mí, ¿eh?, ¿qué?

Quién me consuela a mí, ¿eh?, ¿quién?

viernes, 19 de septiembre de 2008

Mujer perfecta: la última esperanza


En el momento más desesperanzado llegaste, Nina Doll, en silencio, precintada, secretamente. Un día me pregunté si disfrutarías con mi cuerpo, o si tan sólo gustabas de sentir mi deseo. Te dije que me hablaras, algo, lo que sea, pero tan solo me diste tu silencio. Me acerqué sin dejar de mirarte a los ojos, cuando te tuve cerca te dije que no parases de mirarme, y obedeciste, sumisa, hasta que mi enhiesto señaló tu sexo, acusándote con dolor por tu provocación.Te quité las bragas, desgarrándolas, como a ti te gustaba -pensé-, y entré, tratando de provocarte un placer tan intenso que suplicases "no" para decir "sí". Tu impavidez me turbó una y otra vez, aumentando aún más mi excitación. Antes o después tenías que decir "basta", una mueca, un gesto, pero nunca decías nada, a pesar de mi deseo desbocado. Probé a decirte "te quiero", y continuabas en silencio, ni un gemido, ni un pestañeo. ¿Es tu silencio el precio de la fidelidad eterna? ¿Es mejor tu amor incondicional, mudo, impávido?, ¿acaso fuera mejor una sola noche de placer mortal y la condena a la soledad eterna? ¿Por qué no pude elegir entre tú mortal y tú artificial? ¿Por qué tuviste que dejarme solo, con el lacerante clon de tu cuerpo inmortal a mi servicio y tu alma entregada a otro? ¡Con lo que yo te quise, Nina Doll! Con lo que yo...

lunes, 15 de septiembre de 2008

La última embestida de Rocinante

Tras la estructura, varias toberas expulsan los desechos del gasóleo quemado para generar la electricidad que alimenta la mole del espectáculo electroacústico-musical. Tras ellos, varios traileres reposan hasta el día en que otro ayuntamiento, en dura disputa con otras corporaciones por la parte presupuestaria del Estado, los reciba con la misma solemnidad para la populista y ruinosa celebración. Por unos días, nada importa, ni siquiera los edificios e infraestructuras consideradas Patrimonio de la Humanidad -esos mártires de la idolatrada diosa Cultura-, que sufrirán los embates de toda esa energía decibélica en un radio de kilómetros. Nadie se atreve a decir una verdad, ¿nadie? Solo, el Caballero de la Triste Figura observa atónito, por una vez mudo, lleno de estupor.



Don Quijote
yergue su figura apesadumbrado por la ominosa tarea de abatir el monstruo psicodélico. Baja su yelmo, a modo de parapeto frente al brutal rugido que pareciera brotar de los mismísimos infiernos, protegiéndose de los posibles dardos de la futura intelectualidad juvenil, tensando el ánimo, infundiendo no más que funestas esperanzas a Rocinante. Sancho le acompaña, mientras reza por su señor, a la espera de buena ventura, horrorizado ante el recuerdo del clamor "¡no a la sangre por petróleo!" que la gran familia universitaria proclamaba anteayer, el año pasado, el siglo pasado, hoy, mañana. Rocinante eriza sus crines, se agita nervudo ante el inquietante destino. Recuerda vagamente los molinos de La Mancha como minúsculos gigantes, comparados con los horrísonos y feroces monstruos megadecibélicos. Un murmullo recorre la panza, las entrañas del animal, mientras el caballero de la triste figura, en el presagio de la última embestida, apunta con su pica, presto a morir ante la bestia más feroz en la plaza más concurrida y juvenil que hubiere soñado, un estadio deportivo convertido, por mor de la fiesta y de la política, en templo electroacústico y gregario. El caballero espolea a Rocinante, que avanza al trote; al paso, una infausta, rubia y hermosa muchacha que bailaba separada de la multitud, se encuentra con la pica que le atraviesa un costado desgarrándole la piel. Fluye el vino, huyen los jóvenes más cercanos, Don Quijote continúa en su cabalgadura. Al llegar a un bafle gigantesco, embiste y se empotra todo él. Saltan chispas y la armadura se ilumina como una lámpara incandescente. Tras un minuto, se hace el silencio y se apagan los focos, Don Quijote permanece al rojo vivo, iluminando tenue con su resplandor. La multitud prorrumpe en aplausos y silbidos de emoción. En una minúscula área del terreno, compañeros de la blonda mancillada en vino, la portan en volandas pidiendo auxilio por los móviles. La multitud continúa aplaudiendo, con "bravos" de júbilo. Vuelan latas de cerveza, exaltados por el espectáculo más original que hayan visto nunca. Los músicos se miran, aturdidos. Rocinante huye despavorido, acaba de pasar ante mí, está loco, se precipita a la Ronda Sur, frenazos de automóviles rugen y suena un golpe sordo, chirrían neumáticos quemándose en su pavor, se oyen choques encadenados. Rocinante yace en el asfalto, reventado, recordando en su último estertor todas las venturas de su amo y apurando esta, su última embestida.

Al fondo queda el ronroneo de tres gigantescos generadores que incansablemente digieren sangre, petróleo, lo que sea, lo que haga falta, con tal de que la fiesta continúe.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Sensibilidad y morbo

Hace menos de una decena de años, comenté en un grupo, de composición bastante heterogénea, lo interesante que podría ser, desde mi punto de vista, que los niños conociesen el lenguaje de los sordomudos, ahora que se habla de enseñar diferentes lenguas vivas, resucitadas o muertas. Creo que sería un debate interesante. Sin embargo, me encontré, no ya con apatía o desinterés, ni siquiera con una actitud crítica, que sería enriquecedora, sino con una actitud agresiva hacia mi propuesta, en la que la logopeda, que minutos antes nos decía, en un tono maternal, que se esforzaba en hacerles ver que no tenían por qué sentirse diferentes, se convertía, inesperadamente, en una furibunda economista…

Me extrañó esta novedosa sensibilidad para con el Presupuesto, Times Are Changing. Desde luego, las posibilidades de llegar a ese conocimiento son múltiples, pero sólo proponer que se haga algo para que los niños la conozcan, ya suponía un peso insoportable para la economía; si al menos fuera en pos de la economía mental de los chiquitines, a los que habría que aligerarles las cabecitas, pero, aligerarlas ¿de qué?...

Veo ahora que un libro de George Steiner ha levantado una enorme polvareda porque se pregunta, entre otras, sobre el orgasmo de un sordomudo, sobre sus sonidos en el acto sexual…, y de súbito aparece un vivo interés en este colectivo.

¿No será que sólo nos interesa el otro por el morbo?, ¿o como cuando ese otro nos pone bombas? Bueno, esto no deja de tener morbo, también.

Coca Cola y pan con tomate

Estaba comentándole a una amiga algo que recordaba haber leído en el libro En favor de África yo acuso. Uno de esos libros que no lee nadie. Su autor, René Dumont, decía que a través de la publicidad, muchas mujeres de aquellas latitudes le atribuían a la Coca Cola virtudes que no tenían, superiores, claro está, a las de un zumo natural de cualquier fruta local, o de la misma leche, con perdón.

Así que ya desde pequeñitos, aquellos bellos negritos se iban habituando, para contrarrestar así su belleza natural, a estos productos tan saludables. Hay que empezar pronto. Mi amiga, incrédula, me decía que no lo creía, que no se creía que las mamás de aquellos países de hambruna siguiesen los designios de esa publicidad. Como quiera que veía de todo punto imposible argumentar sobre esta idea, lo dejé como un problema de incomunicación, habitual por otra parte entre nosotros, fuera de unos inolvidables destellos de lucidez amorosa.

Al despedirnos, mi amiga me dijo que iba al supermercado a comprar "leche de soja", un líquido que siempre pensé que procedía de los mamíferos. O acaso es que la soja sea eso, una mamífera, con perdón.

Imagino a mi amiga con un nene, habituándolo pronto a esas leches, con perdón otra vez, para que crezca sano, perfecto, acabado como un producto manufacturado y listo para perpetuar la cadena alimenticia que va de la fábrica al tetra brik.

Las vacas lo tienen muy crudo, no me extraña que algunas se vuelvan locas, prubinas.

Me voy a tomar una rodaja de pan con tomate y aceite de oliva, que esto se va a acabar pronto.

¡A su salud!

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.