sábado, 5 de junio de 2010

Engaño, Autoengaño y Delirio (1230 palabras)


Uno de los barcos que se retrasó en la autodenominada Flotilla de la libertad abordado por el ejército israelí y que afortunadamente no fue afectado por la fatalidad tiene el nombre de Rachel Corrie. Recuerdo que el fallecimiento de esta activista estadounidense me impresionó sobremanera: ver una foto con esta chica delante de una excavadora (o ¿escavadora?) tratando de impedir la demolición de una casa en Gaza y otra fotografía en la que la máquina la había aplastado resultaba especialmente dramática, y recuerdo haber sentido mucha rabia, tristeza e indignación... La versión que me había llegado parecía mostrar a un maquinista que sin problema moral alguno seguía adelante. Quiero pensar que la cosa fue más complicada, y que no la vio, pero no sé, hay cosas que no se entienden.

Usando a humanos como medios (¿o es con su consentimiento?)

Es muy triste ver cómo el fin justifica toda suerte de medios, y que se vayan quedando víctimas inocentes como medio de pago. Porque lo brutal de todo esto es que tras la muerte mostrada se produce una gran satisfacción en los media políticos interesados. Para mí algo especialmente decepcionante: el ser humano resulta pues una especie que ha llevado el engaño hasta las últimas consecuencias. Y sé que es muy fuerte decir que hay quienes con toda seguridad considerarán un éxito que las fuerzas armadas israelíes hayan acabado con la vida de algunos, porque lo que interesa es el aireo mediático de malos contra buenos. Pero ya lo he dicho.


El engaño

Es un ardid usual en la naturaleza, y da igual que crea usted en el Arca de Noé y demás sandeces históricas, que no literarias, que tendrá que admitir que el insecto palo, el camaleón, el gato erizado, el simio enloquecido en sus aspavientos, tan similar al humano, engaña, miente, oculta por medio de este mecanismo de supervivencia, tanto para copular como para evitar la muerte o para depredar. La simulación al servicio de todos contra todos. El ambiente no puede ser más "darwinista", infinidad de egoístas buscan su perpetuación, aunque los caminos de la naturaleza sean, con frecuencia, rocambolescos.
Ya no merece la pena ver imágenes de uno y otro, porque la manipulación de fotografías es moneda corriente para mostrarnos al maligno. Con decirles que aquellas famosas caricaturas danesas de Mahoma que tanto revuelo causaron eran un montaje al que se les añadió la chispa.... En periódicos importantes han publicado, más bien publicitado, fotografías que posteriormente se demostraron falsas en las que se muestran a soldados israelíes satisfechos con la ofrenda de víctimas como si de trofeos de caza se tratase. Claro que al ser un montaje, existen diferentes versiones de las fotos con los irredentos malvados.

El engaño, y quizá aún más el autoengaño es uno de los fenómenos que más me asombran de mis congéneres zoológicos:

...ocultar la verdad a la mente consciente es la mejor forma de ocultarla a los demás... Al llegar a ser inconsciente de su engaño, el impostor oculta esos signos del observador. Él o ella pueden mentir sin el nerviosismo que acompaña al engaño.
Social Evolution (1985), Robert Trivers
La ideología, la religión y sus variedades se asientan en el autoengaño. Los partidos políticos están al servicio del engaño corporativo. La fusión entre engaño y autoengaño llega a su máxima expresión desde dos polos diferentes. Uno es el del individuo con rasgos psicopáticos, cuya actitud es coherente con una personalidad sin escrúpulo moral alguno, y no es raro que la denominación antigua fuera la de "cretino moral" o "imbécil moral", denominación muy acertada. Este tipo de personalidad, de superlativo narcisismo, no entiende a los otros más que como medios para sus fines, y la máxima kantiana de que nunca un ser humano debería utilizarse como un medio sin su consentimiento (aún por el bien de muchos), les resulta irrisoria: se lo pasan bomba. En suma, para el mentiroso psicopático no hay dilema moral ante la elección de la verdad o la mentira, sino el fin a conseguir. La mayoría de los humanos nos movemos en un espectro intermedio, con mayor o menor capacidad de mentir. Creo que la personalidad más amante de la verdad es la que se podría denominar "personalidad científica". Es amante de la verdad por vocación, y busca el conocimiento aunque no le guste lo que va a encontrar, pero asume la máxima moral kantiana que modernamente se tiende a extender también para con los animales. Sin ese límite del ser humano usado como medio, el científico podría derivar en lo que H.G.Wells ejemplificó a finales del XIX con La Isla del Doctor Moreau. Ejemplo éste que muestra qué cerca está la actitud hacia la verdad (o la mentira) de la locura.

El delirio sería pues el refugio de una mente incapaz de enfrentarse con la verdad, ¿y qué verdad más dura que la de mirarse en el espejo y reconocerse feo? Bien podríamos recordar a Marshall Applewhite, aquel líder de la secta Heave's Gate ("Puerta al Cielo") y todos sus 39 seguidores lunáticos, fanáticos que poco antes de suicidarse se grabaron rebosantes de felicidad para anunciarnos su libre decisión. La capacidad del líder de convencer a sus seguidores se basaba en su autoconvencimiento o autoengaño previo, esto es lo que le hizo ser convincente. ¿Y quiénes le siguieron?, los que tenían elementos en común: una realidad que no eran capaces de asumir. El líder, por cierto, se comprobó que se había castrado, y su brutal delirio encajaba bien en una homosexualidad inaceptada, y por ello se autoengañaba con su adcripción a un "plano superior de humanidad asexuada". De ese autoengaño salió una verdad tan rotunda que tomó la forma de revelación para los elegidos, entre los que cualquiera se podía apuntar. Si no te asumes, si te extrañas en ti mismo, ¿qué mejor que aceptar la esperanza alucinada de un mesías? ¡A que les suena! Todos sus seguidores aceptaron su delirio como propio.

El siguiente vídeo pertenece a uno de los momentos en los que pagaron un espacio televisivo para publicitar la ida final al "nivel superior". Convencido, buscaba más acompañantes a su viaje final en el que mezcla religión cristiana con seres extraterrestres, Reino de Dios, Reino de los Cielos. Promete un futuro con "reciclados" seres... Aparecen Jesús, Dios, El Cielo, "nivel evolucionado"..., en fin, una mezcla extraña de religión y lo que podría denominarse Evolucionismo antropocéntrico o mejor, quizá, Evolucionismo extraterrícola, pero no se trata de Evolucionismo darwinista. En todo caso, no podemos ver más coherencia que la que podamos ver en el contenido de un delírium trémens.



La capacidad que tienen algunos de hacer creer que sus delirios son comunicaciones sobrenaturales con la divinidad nos trae a colación a tantos iluminados históricos: Moisés, Mahoma, qué les voy a decir. Lo importante es que se lo crean ellos (como Marshall Applewhite), o bien que tengan una personalidad sin límites morales para con el otro, con un narcisismo redomado o psicópatas, ya en un
caso más extremo, aunque las clasificaciones psiquiátricas no hablan de personas, sino de insanias mentales, y cada persona es única, no sé si por la Gracia de Dios.


La Máquina de la verdad

Seguramente estos individuos serían capaces de "engañar" al polígrafo o Máquina de la verdad, puesto que, si la eficacia del autoengaño es total, no habría signos fisiológicos que registrar. ¿O es que acaso no están diciendo la verdad?


Sobre la activista Rachel Corrie apareció un reportaje de Katharine Viner en El País de 5 de junio de 2009.

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