sábado, 27 de diciembre de 2008

Amor (para Midori)

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—No es sólo culpa mía. Me refiero a que yo sea tan poco afectuosa. Y lo reconozco. Pero si ellos..., si mi padre y mi madre..., si ellos me hubiesen querido un poco más, yo, por mi parte, ahora sentiría de otra forma...
(...)
Aunque sólo hubiera sido una vez, hubiera querido recibir amor a raudales. Hasta hartarme. Hasta poder decir: “Ya basta. Estoy llena. No puedo más”. Me hubiera conformado con una vez. Pero ellos jamás me dieron cariño. Si me acercaba con ganas de mimos, mis padres me apartaban de un empujón. “Esto cuesta dinero”, decían. Únicamente sabían quejarse. Siempre igual. Así que pensé lo siguiente: “Conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y cinco días del año”. Estaba en quinto o sexto curso de primaria cuando lo decidí.

—¡Qué fuerte! —exclamé admirado— ¿Y lo has conseguido?
—No es tan fácil como creía —reconoció Midori. Reflexionó un momento contemplando el humo—. Quizá sea por haber esperado tanto tiempo pero ahora busco la perfección. Por eso es tan difícil.
—¿Un amor perfecto?
—¡No, hombre! No pido tanto.
Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. “Toma, Midori. Tu pastel de fresa”, me dices. Y te suelto: “!Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!”. Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero.
—No creo que eso sea el amor —le dije con semblante atónito.
—Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes —replicó Midori—. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia.
—¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana?
—Sí. Y yo quiero que mi novio me diga lo siguiente: “Ha sido culpa mía. Tendría que haber supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?”.
—¿Y qué sucedería a continuación?
—Pues que yo a una persona que hiciera esto por mí la querría mucho.
—A mí me parece un desatino.
—Yo creo que el amor es eso. Pero nadie me comprende. —Midori sacudió la cabeza sobre mi hombro—. Para un cierto tipo de personas el amor surge con un pequeño detalle. Y, si no, no surge.
—Eres la primera chica que conozco que piensa así.
—Me lo ha dicho mucha gente. —Se toqueteó las cutículas de las uñas—. Pero no puedo pensar de otro modo. Estoy hablando con el corazón en la mano. Jamás he creído que mis ideas sean diferentes de las de los demás, ni lo busco. Pero cuando digo lo que pienso, la gente cree que bromeo, o que estoy haciendo comedia. Todo acaba dándome lo mismo.

—¿Sigues queriendo morir en el incendio?
—¡Ostras! ¡No! Eso es otro asunto. Sentía curiosidad.
—¿Por morir en un incendio?
—No. Me interesaba ver cómo reaccionabas. Pero morir no me da miedo…

3 comentarios:

Frites dijo...

Otra coincidencia, además del fragmento de Komitas, ya que hace sólo un par de semanas subí otro fragmento de la novela de Murakami a mi blog.
Te agradezco además la historia sobre The Book of Taliesyn, un disco increíble (que por cierto recién conocí en CD). Saludos.

Sensaciones dijo...

Oye Frites, lo de "Komitas" no sé a qué te refieres... No encontré fragmento de Murakami en tu blog (?).

Como me gusta y las asociaciones libres, decidí colocar ese fragmento no por nada en especial -por mis propias asociaciones de entonces-. A ver si a alguien le sugería algo sin referencias, de forma libre. Iba a colocar alguno más, lógicamente descontextualizados de la novela. Cuando lo copié aquí, aún no la había acabado, y por tanto no sabía aún el personaje de Midori hasta donde llegaría, si es que llegaba...

Bueno, seguiré apareciendo por tu blog, ya ves que dejé otro comentario sobre The Book of Taliesyn.

Sensaciones dijo...

Ah, disculpa... Ya pensaba en Komitás como relacionado con Murakami... Komitás es el músico armenio de mi último post y nuestra coincidencia. ¡Tanta k me lía!

Pero lo de Haruki Murakami que dices no lo vi en tu blog... (!?)

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