viernes, 1 de mayo de 2009

La tolerancia no es tolerancia no es tolerancia

En una organización humana -empresa, administración, partido político, asociación...- hay individuos que con vías a canalizar sus pulsiones de dominación o de propio interés, pasan por donde sea. En muchos casos, imbuidos de una buena dosis de inteligencia social, usan del interés ajeno, del egoísmo e insolidaridad de los demás, o de la simple cobardía, para abordar a una víctima por la que pudieran sentir, por ejemplo, atracción sexual (si ustedes quieren incluso "amor"). La víctima, pudiera ser que fuese difícil, esto es, una hembra con una buena dosis de integridad, con carácter y dispuesta a defender lo justo, y no lo que sería acostumbrado. Dadas las características del acosador, su lugar en la organización y la impagable ayuda de beneficiados por la situación, entre las que puede haber hembras que, puede ser, envidien a la víctima, e incluso le recomienden ceder, en lugar de su empecinada resistencia al acoso. Una juntura de eso que modernamente se ha bautizado con el nombre de mobbing y el acoso sexual más o menos enmascarado -tengamos en cuenta que, además, el psicópata pudiera estar casado, tener hijos, etc.-. Quiero decir con esto que todo mal causado por personas y mantenido en el tiempo tiene una incardinación en el grupo social. Sin éste, el psicópata no puede dar rienda suelta a sus pulsiones, y buscará otra salida o algún lugar en el que concentrar su energía destructiva o degradante, que lo que le hace sentirse especial.

Individuos egocéntricos, sin escrúpulos ni interés por el otro (piensen en psicópatas históricos, y verán que sin un grupo de apoyo no podrían haber hecho nada), que siempre necesitan colaboracionistas, voluntarios o como ustedes los quieran llamar -y entre los que ustedes se pudieran encontrar, claro (carraspeen...)-. Todos estamos, pues, implicados, por acción u omisión, y el silencio, el mirar para otro lado, el "no querer meterse en líos", la cobardía y el egoísmo en suma, o dicho en lenguaje actual, la tolerancia, nos sitúa como parte del sistema planetario del psicópata, que ocupa el lugar de un sol sobre el que gira toda la acción. Amplíen ustedes el círculo de esas organizaciones a toda la sociedad, vista como el conjunto totalizador, y verán que no tomar partido supone cooperar, formar parte de la ejecución del mal. Nos sitúa como cooperantes frente a la víctima, que estará cada vez más aislada y hundida.

Visto así, las estructuras legales de esta Sociedad son consecuencia natural de una herencia de pastores que saben que, efectivamente, todos somos parte. Por supuesto, ellos en la cúspide de la pirámide alimenticia, claro.

Agreguen ustedes cuán similar pudiera ser el patrón de personalidad psicopática con el del triunfador social, y podrán ir incluso más allá y ver, en una perspectiva darwinista, cómo los que quedan, los reyes, los jefes de la tribu serán, justamente, los que exterminaron al resto de, para ellos, competidores, que por lógica elemental se quedarán fuera.

No me engañen: el destilado que queda procede de lo más inconfesable, y por eso cuenta con tanta colaboración muda, sierva de su amo.

1 comentario:

Viandante dijo...

Un poco Darwin, un poco Feud, herencia de lo que fue el siglo XX y todavía no dejamos de ser. Variantes hay muchas, pero es cierto, comulgo en tu misma iglesia, sin oposición, la pulsión se diluye.
Para bien o para mal el universo está conformado por pares opuestos, sin sombra no hay luz y viceversa. Seas activista civil o psicópata, siempre habrá un espacio para que levantes tu ego. Lástima que sea mandatorio llevarse a otros en la carrera.

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