lunes, 25 de mayo de 2009

Experimento etológico (para reírse un poco)


H
ace no sé qué tiempo, a raíz de los principios del programa Gran Hermano, había quien, por un revolverse contra la exquisita "pseudo-intelectualidad" que desdeñaba el popular programa con cierto tufillo aristocrático, decía algo así como que tenía mucho de experimento etológico. Independientemente de que las intenciones de nuestro filósofo eran bien distintas de las que han querido mostrar los fagocitantes e interesados medios de comunicación -que ciertamente lo fagocitaron también a él, don Gustavo Bueno-. Desde luego, nada más alejado de la realidad que darle carta de "experimento" —científico— a este programa. Más acertado estaba cuando decía que "es un programa de televisión". ¡Eso sí, don Gustavo!

Si bien el profesor no ha sabido explicarse, o no ha podido, que no deja de ser un hombre contra una maquinaria mediática, y si bien es cierto que muchos hemos entendido claramente lo que quería decir, y que no era esto, precisamente, un dejar bien parado a estas audiencias..., quizá estuvo nuestro filósofo demasiado preocupado por exacerbar a la "pseudo-intelectualidad" y demasiado poco interesado en aguijonear a las conciencias de durmientes que, bien es verdad, no habrá dios que las despierte, porque no es cosa de enseñar a leer inglés a un tejón, y mal habrá hombre o mujer que lo lograra.

En todo caso, mal experimento científico puede hacerse cuando los participantes saben en todo momento que están siendo grabados e incluso, en algún momento he podido verlo, le hablaban con toda desfachatez a la cámara esto es, a nuestros ojos, a modo de personaje que se dirige a su creador y observador —los observadores son también creadores de estos personajes, evidentemente—.

En el siguiente vídeo, creo entender que se trata de una especie de Cámara Indiscreta, en la que los observados no saben que están siendo grabados. Me resulta magnífica la reacción de los rostros de estos hombres ante un panorama tan alentador. Las bellísimas témporas —sí, las confundo— mostrando toda su feminidad producen unas imágenes que, estoy seguro, no me hubieran dejado a mí tampoco indiferente. El cerebro masculino completamente cazado, a merced del sexo conspicuo.



Luego me dirán que somos iguales, homes y muyeres, y demás géneros habidos y por haber.

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