domingo, 29 de marzo de 2009

Confluencias tardías

Recuerdo con nitidez la primera vez que escuché el álbum doble vinilo Agartha, de Miles Davis. Veo en una reseña muy acertada de Miquel Codina sobre este álbum que fue el primer disco de esa etapa editado en España. En aquella época, yo no sabía muy bien lo que era o dejaba de ser la música de jazz. Tenía un nombre más o menos mítico -Miles Davis-, y me encontré con una grabación que en una primera escucha me dejó desconcertado. Lo escuché a oscuras, en el dormitorio, encerrado y aislado del mundo, enfrentado a las emociones suscitadas por aquella grabación, realizada en vivo en Osaka, Japón, el 1 de febrero de 1975. En la cubierta aparecía una leyenda en letras pequeñitas en la que sugería que para apreciar los matices de la grabación, se escuchara a un volumen muy alto. Estaba bastante oculta, hay que mirar con mucha atención —y voltear la cubierta— para verla. Curioseando, entre los músicos estaba un tal Sonny Fortune, a la flauta y al saxo. También recuerdo haberlo escuchado repetidamente, obsesivamente, con la sensación de estar captando parte de un todo al que no llegaba. Creo recordar que la cara 3 -es decir, la primera del segundo LP- es la que me hizo exclamar de emoción -emociones que aún me resultaban novedosas-. Todo esto debía suceder a finales de los setenta.


Dejo como ilustración el segundo tema del doble LP, titulado Maiysha. Aparece sin solución de continuidad seguido del primero (que dura más de 30 minutos, ocupando éste toda la cara A y la mitad de la cara B del primer LP) . El flautista es Sonny Fortune, claro. Creo que es un tema incluso bailable -pero no sólo-, psicodélico, muy de aquellos años, pero al mismo tiempo representa una temática que para mí te hace viajar por diversos paisajes emocionales. Eso creo que es el concierto, un viaje.



(para los despistados, la trompeta de Miles comienza el solo en el minuto 5.52..., y seguirá tocando bastante tiempo)

Hasta el concierto de Sonny Fortune del 4 de febrero de 2009 en el Centro Cajastur de oviedo, no había tenido noticia de este músico. De hecho, cuando días antes me enteré de que tocaba, miré a ver si se trataba del mismo Sonny. Tras ver la formación que le acompañaba, intuí que era un lujo de concierto en el que, con toda seguridad, el sonido fusión y "eléctrico" del álbum Agartha, no estaría en absoluto presente. Pensé que iba a ser un concierto de jazz "puro y duro".

Cuando escuchaba y conocía en aquellos años el álbum de Miles Davis, yo no sabía gran cosa de lo que era el jazz, tampoco tenía conocimiento de que hubiera en este planeta una chica algo mayor que yo, que se llamara Isabel Uría, y con la que tuviera tantos puntos en común... Tiempo después se lo diría: "¿Cómo es que no nos habíamos conocido antes?" Fue un pensamiento compartido.

Curiosamente, en los tiempos en que la conocí, hace unos pocos años, yo estaba haciendo un curso relacionado con su profesión en medios audiovisuales. Otra confluencia.

Dos o tres días antes del concierto me preguntó si iría. Le dije que sí, y también que tenía que bajar de un local de su casa unos discos vinilos, entre ellos el Agartha de Miles Davis. Por esos días, coincidiendo con la memoria que me suscitaba Sonny Fortune, tenía casi obsesión por volver a escucharlo —en especial esa tercera cara—, pero circunstancialmente lo tenía ella en un garaje suyo, entre otro montón de vinilos míos que ahí siguen. No podría imaginar el funesto destino que le tenía reservado la semana siguiente... Ni remotamente podría imaginar que cuando Isabel se volvió, estando ambos solos en la sala ya, hacia Sonny para decir ese "¡Muy bien, muy bien..., very good!", el destino podría fijar una encrucijada semejante: un álbum fronterizo en mi adolescencia, un músico que, casualmente, estaba en aquella grabación, y que sonrió agradecido a las calurosas y sinceras palabras de Isabel, y tan solo seis días después de esa confluencia cósmica terminaría en una tragedia irremediable que quiero asumir, pero la memoria de emociones e imágenes, sonrisas y lágrimas, me impide consumar en mis velos y mis desvelos.

Ayer, 28 de marzo de 2009, sería el 49 cumpleaños de Isabel, que no le dejaron cumplir. Escuché al dúo de guitarras Joaquín Chacón y Marco Martínez en el Swing. Tocaron, entre otros, el estandar There will never be another you -tema, según la Wikipedia, del musical de 1942 Iceland-. Un título que bien puede recordarla, porque sin duda alguna, mi siempre querida Isabel Uría, nunca habrá otra como tú.

"Tendré miles de sueños, pero aunque se hagan realidad, nunca habrá otra como tú."

La verdad es que la versión que menté en otro post de Lester Young con Óscar Peterson, cd que había comprado ella, me parece de las más bonitas, aunque tristona. Por ello no la incluyo aquí ahora.

Me ha resultado difícil encontrar una versión cantada de este tema. Dejo una de Chet Baker, con lo que disfrutamos de su trompeta. Con una versión tan estilo West Coast, tiene la ventaja de que también la canta, lo que encaja para este post. Son canciones románticas, incluso ñoñas, para una angloparlante. Los no nativos podemos dejar que la imaginación vuele sobre la literalidad de las palabras y disfrutar, según creo, más que un angloparlante..., por la mayor evocación. En cierto modo, para nosotros, el mensaje es más musical, más poético. Nótese que a pesar de lo nostálgico, la letra tiene un tono positivo: sigue viviendo, sigue conociendo a personas nuevas, más canciones, más sueños...


There will never be another you (Harry Warren, Mack Gordon)

There will be many other nights like this, And I'll be standing here with someone new. There will be other songs to sing, Another fall...another spring... But there will never be another you. There will be other lips that I may kiss, But they won't thrill me, Like yours used to do. Yes, I may dream a million dreams, But how can they come true, If there will never, ever be another you?
(trompeta)

Yes, I may dream a million dreams,
But how can they come true, If there will never, ever be... Another you?
Al final su tono de voz me recuerda el de ¡Caetano Veloso!... ¿Puede ser?

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