domingo, 1 de marzo de 2009

Con Isabel Uría II y el Swing Jazz en Oviedo. Marco Martínez Quartet

Este viernes, 27, y el sábado, 28, he disfrutado de Marco Martínez (guitarra) y su trío acompañante, Satxa Soriazu (piano), Horacio García (contrabajo) y Diego Hernando (batería).

Qué puedo decir de Marco Martínez: que hace Música. No toca escalas, no hace ejercicios de técnica, sino que expresa, con inspiración. Su guitarra trae resonancias del mejor jazz. Tal vez Wes Montgomery fue una de las fuentes que me parecieron más claras en los primeros momentos de escucha, pero no es en absoluto un mero reproductor, tampoco se confunde con él -como podría ocurrir en algunas grabaciones de George Benson, por ejemplo-, y vienen otras, a medida que lo escuchas. Todo desde un buen gusto, incluso la ordenación de temas, en los que pasa por ritmos latinos, baladas deliciosas que me recuerdan Polka Dots and Moon Beam (yo pensé allí que tocaban esta balada, tanto el viernes como el sábado, pero dudo, porque me falla la memoria y porque casi nunca entiendo los títulos que dicen, y creo recordar que dijeron otro título. No importa, la siguiente ilustra un tema lírico, lento, que creo que es bueno intercalar en las sesiones musicales).

Ahora mismo estaba escuchando a Marco Martínez a través de lo que tiene en su Space. Coloco Polka Dots and Moonbeams de la mano de Wes Montgomery..., ummm..., ya no es el uso de octavas característico de Wes..., es que lo de Wes era mucho. Creo que sólo se puede uno empapar de él y llevarlo como una de las fuentes. Marco lleva a Wes..., y afortunadamente no se dedica a reproducirlo. Escuchando ahora a Wes lo veo tan genuino, tan profundo, que sería un error tratar de hacerlo. Como otros grandes, tenía la cualidad de que cada vez que lo escuchas, es mejor de lo que lo puedas imaginar...



Como tengo conectado con un cable el ordenador al ampli..., puedo caer en el error de, escuchando a Wes con buen sonido, seguir hablando de él... Me tengo que contener.

Es una sensanción muy extraña estar en el Swing escuchando una música tan deliciosa como hace este grupo. Yo calado de una tristeza profunda -ahora mismo he roto a llorar inesperadamente-, sintiendo a Isabel Uría allí, pensando que perderse eso era perder la vida que a ella tanto le gustaba. El sábado cantó una chica que tengo que indagar el nombre en la dirección de my space que da Marco, sin duda se trataba de Irene Shams. Y continué con esa mezcla de de gozo de la música y, al tiempo, la constancia de que Isabel no estaba allí. No, no me expreso bien: no podría estar allí. Irene tiene una voz muy bonita, más bien grave, con naturalidad se deja llevar por el scat y usa de su instrumento vocal al modo de un instrumentista. Me resultó gracioso que se molestase en presentar la canción Willow Weep for me. La emulación entre instrumentos -incluyo el instrumento vocal, pues- siempre ha formado parte esencial del jazz, y una de las fuentes de inspiración y desarrollo -Paco de Lucía decía, por otra parte, que él siempre quiso cantar...- Recuerdo que el pianista Earl Hines decía que comenzó tocando la trompeta, pero "como le dolía detrás de las orejas, se pasó al piano..." Earl Hines, que ahora que lo pienso no se prodiga mucho o nada en la web, siendo uno de los músicos que me hicieron enamorarme perdidamente de este género..., o de este universo musical -muchas ediciones cd estropean algo de la esencia de Earl Hines..., espero que haya mejorado ya y se recupere su toque-. Se le consideraba el pianista que trasladó el arte que Louis Armstrong hacía con su trompeta al piano. El jazz es una música lúbrica y sentimental en su esencia, por sus venas fluye sagre negro africana, pero inseminada en madres que las nutren desde la pachamama universal.

La primera canción que cantó Irene Shams era bailable, e imaginé a mi querida Isabel Uría saliendo a bailar. En alguna ocasión me dijo que el baile podría ser su profesión frustrada, añadiendo que también en aquellos tiempos nada sabíamos de qué hacer y por dónde ir. Difícil era para aquella generación saber las posibilidades reales que uno tenía, salvo que tuvieras una circunstancias privilegiadas.

Yo voy a dejar aquí, ahora, una pequeña foto de Isabel de chiquitita (un recorte de la original). La tengo escaneada, y hay una característica que me contaba con humor: "fíjate que tengo el brazo cambiado". Ella está en primer plano. Fue una actuación en una Caja de Ahorros. No tengo la fecha.

Así que me introduzco en el local del Swing con la única idea de escuchar buena música. Con una mezcla rara de temor a encontrarme con conocidos, con una turbadora sensación de que estoy solo y acompañado a un tiempo y sin dejar de pensar las cosas más bonitas que le hubiera gustado vivir, que eran las más sencillas.

Isabel estaba en los últimos tiempos indagando mucho en la música de jazz, supongo que se me nota tanto mi amor por este arte, que se produce una suerte de contagio. Últimamente me decía que le gustaba mucho un disco que había comprado con Lester Young y Oscar Peterson. Creo recordar que era ese disco porque me lo había puesto un poco en su casa y le dije que me gustaba y que no lo conocía. Entre nuestros asuntos pendientes estaba el de que me lo dejara. No tuve prisa, y ya no podré tener el recuerdo directamente de ella.

Isabel no iba de "exquisita", pero buscaba lo bello. Como era una niña noble hasta el tuétano, no tuvo reparo en decirme, con cierta risible extrañeza para sí misma, en sus, quien lo habría de pensar, últimos días, que le gustaba lo último de Rosario Flores. No tuve tiempo de comprobar a qué canción se refería, si es que se refería a una canción, o tal vez a varias. Tuve la extraña sensación de que me estaba diciendo algo a mí.

Viniendo el domingo 15 de febrero, cinco días después de que le quitasen la vida, hubo un momento que conecté unos buenos auriculares que llevaba conmigo al conector del autobús, y entre otras sonó una canción de esta chica titulada Algo contigo. Pensé si sería esa la canción, si sería ese el disco que le gustaba. En la canción oía:

(...) Quiero vivir, yo quiero vivir, saber por qué te vas amor. Te vas amor, pero te quedas porque formas parte de mi, y en mi casa y en mi alma hay un sitio para ti. Sé que mañana, al despertar, no hallaré a quien hallaba y en su sitio habrá un vacío grande y mudo como el alma. Algo de mí, algo de mí, algo de mí se va muriendo. Quiero vivir, yo quiero vivir, saber por qué te vas amor. Te vas amor, te vas amor...

Y cuando me habló de que le gustaba lo último de esa cantante, me quedé pensando en que tenía que escucharlo como algo personal, como un canal de comunicación.

En el viaje llevaba en un reproductor mp3 varios temas por si me apetecía escuchar. Los había incluido sin pensarlo mucho y apresurado. Uno de ellos era There Will Never Be Another You, con Lester Young y Óscar Peterson. Pero este tema no lo pude escuchar más que un instante, fue un error llevarlo en estar circunstancias, me destrozaba el corazón Pensé que tenía que enfrentarme a él más adelante, y me dio miedo a no poder hacerlo nunca.

Para ilustrar este post, iba a dejar a continuación el tema, pero pienso ahora que no me ha dado tiempo a decirle a Isabel que a Lester Young le encantaba bailar. Por esta razón, dejo a continuación un tema de ese disco que muestra esto que no tuve tiempo a decirle, el tema es (Back Home Again in) Indiana:




El tema tiene swing a raudales. A pesar de ser una grabación de 1952, en las que había una gran pérdida en el sonido de los platillos de la batería... La guitarra de Barney Kessel, ya que este post empezó con Marco Martínez, gran guitarrista para mí, me parece una gozada. No está nada mal el sonido que consiguieron de grabaciones de esos años los técnicos de sonido, y los que hiceron la toma original demuestran mucho amor a su labor.

[Lester Young (saxo tenor), Oscar Peterson (piano), Barney Kessel (guitarra), Ray Brown (contrabajo), J.C. Heard (batería).Verve, 1952]




1 comentario:

Sensaciones dijo...

Me aclara Marco Martínez que el tema que yo supuse Polka Dots and Moonbeams es en realidad Christine, de Buster Williams. "¿Bonito, verdad?", me dice. Sí, ya lo creo. Ahora sí que recuerdo haber oído esos nombres...

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