martes, 11 de mayo de 2010

De prisiones y sexos (o la vergüenza de ser "hombre")

Podría mirarse el caso de la prisión de mujeres de Alcalá Meco por su valor ilustrativo. Por un lado, es interesante observar que la población reclusa incumple de forma flagrante el ideal de la perspectiva de género, pues lejos de la justa igualdad, produce pasmo observar el alto coste que tiene ser hombre en una cultura machista: el 90 % de la población reclusa es de sexo masculino, es decir, de cada diez reclusos, nueve son hombres.

"De cada diez presos, nueve son varones"

Pero la forma de arreglar este mundo imperfecto y convertirlo en un mundo feliz consiste en cuadrarlo por decreto, lo que tampoco debiera extrañarnos si observamos que los altos cargos se ocupan, precisamente, por este sistema. Así pues, la particular visión que estos políticos puedan tener del mundo se debe, en parte, al camino por el cual ellos ocupan un lugar privilegiado, ¿por qué habrían de dudar de su eficacia?

Si electoralmente fuera rentable,
se podría igualar a la población reclusa por ley: o bien liberando a muchos hombres, o bien encarcelando masivamente a muchas mujeres, o ambas simulatáneamente.

En la Prisión de mujeres de Alcalá Meco, los funcionarios lo eran en virtud de la Ley de Igualdad, pues antes de la aplicación de tan ingeniosa regulación, las mujeres reclusas estaban atendidas por funcionarias. No es casual, pues, que solamente tras esta salomónica reglamentación, se hayan dado semejantes machadas. Ahora bien, Mercedes Gallizo, Secretaria de Instituciones Penitenciarias, intenta dejar claro que esto no sucede por la aplicación de esa ley, puesto que es un mandamiento que una ley igualadora jamás puede estar en origen de comportamientos mendaces como los denunciados. Se puede notar que Mercedes Gallizo era según fuentes ministeriales "especialista en temas relacionados con la problemática de las mujeres", imagino que allá en el Ayuntamiento de Zaragoza. A buen lugar ha ido a recalar: un mundo con una aplastante mayoría masculina. Claro que se puede seguir de esto que su problema serán las funcionarias, no la población reclusa.

Por otra parte, este vergonzante suceso ilustra que las cárceles no se libran de la ubicua Ley del Mercado. Había reclusas que tenían algo que ofrecer, y había funcionarios seducidos por este mercadeo oportunista. En este desigual intercambio, estos ejemplares de macho parecieran querer demostrar de parte de quién está la fuerza, con ley o sin ella. El objeto de deseo, simplemente se compra, y encima le haces un favor, como buenos hombres de negosucios.

Dada la desproporcionadísima desgualdad por sexos de la población reclusa, no dejarán de observar que la dirección de Instituciones Penitenciarias está a cargo de una mujer. Es tema tabú, pero la duda no la tengo yo, la produce la imposición de cuotas: "¿no será que usted está ahí porque es mujer? Claro que es electoralmente rentable colocar a mujeres, entre otras cosas porque muchos hombres somos unos falderos, aunque no lo queramos reconocer, "tiran más dos tetas que dos carretas".¡Uitant! Además, imbuidos como estamos de una cultura machista, darle ventajas a las féminas supone una reafirmación de la hombría, y lamentarse por la desigualdad a su favor no sería varonil, y todo menos que a uno le llamen mariquita. ¿Y qué mejor para aplicar la Ley de igualdad que un lugar tan imposible de cuadrar como son las cárceles españolas?

Claro que a saber qué lindeza legal nos deparará el futuro para aceptar el hecho de que la población reclusa se conforma de una abrumadora mayoría de hombres, y de una comparativamente exigua población femenina. Mientras tanto, no olvidemos que el nicho de mercado lo conforma toda la población reclusa, y este filón de trabajo remunerado hay que repartírselo entre homes y muyeres.

Igualemos por sexos la población funcionarial de las prisiones (el resto de la población funcionarial cuenta con mayoría femenina), que es donde está ese bien tan escaso que es el trabajo remunerado, y ya veremos con los reclusos y reclusas qué facemos.


Veo una tristísima noticia relacionada con este caso. Se trata del suicidio de la ciudadana brasileña Daiane Laurindo Da Silva, de 25 años, que lo hizo en una celda de aislamiento un mes después de su ingreso en prisión en febrero de 2008. Cuentan que Daiane fue objeto del acoso de los funcionarios de turno: "Las extrajeras, jóvenes y guapas tenían que tragar".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de caer en la cuenta de que los auténticos críticos con la depredadora política de género que se está haciendo, tan alejada de la ciencia y tan inflada de ideología, la realizan las personas no-machistas. Los profunda y sutilmente machistas, colocan una máscara femenina -con cursivas- dirigida a defender desde su superioridad hombruna a la débil mujer, que las pobres necesitan un empujoncito... Siniestro humano que va adaptándose a lo social, afeminándose por fuera -piel de oveja-, medrando por dentro, buitreando...

Anónimo dijo...

La cuestión es esa bolsa de trabajo brutal del 90% de la población reclusa, que hay que abrirla a las mujeres, sin tener en cuenta las particularidades específicas que, como apuntas, también son ¡que la inmensa mayoría son hombres!... En otros sectores no preocupa la desigualdad de sexos..., se hace la vista gorda...

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