domingo, 11 de octubre de 2009

Ganadores y perdedores

Veo un titular con una imagen del tenista Nadal que dice “Enhorabuena, has demostrado que cuando se lucha por algo, se consigue”. Luego los que perdieron no lucharon, se entiende.

No deja de extrañarme hasta qué punto tenemos fe en la sociedad competitiva. Sin embargo, ganador no hay más que uno, aunque depende de lo que se quiera relativizar, o de que sea un oligopolio, como los Partidos Políticos. Al final, el sentimiento de culpa siempre está rondando la existencia: da igual que seas cristiano, comunista o el más acérrimo de los individualistas, que al final siempre puedes sentirte culpable de no haber llegado a buen fin, sea este el Paraíso, el Cielo, o la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos.

Resulta que todo depende de uno. Nunca de dos, de tres o de cien mil. Lo que casa difícilmente con la competitividad, porque ¿se compite con uno o se compite contra los demás?

Siempre se puede mirar con "tolerancia" -optimismo, lo llaman-, y pensar que gracias a esa competitividad, uno siempre se supera a sí mismo, lo cual, en el ámbito en el que se compite, es verdad.

Una jugadora de la selección de baloncesto femenina decía en una ocasión que siempre le había gustado ganar. Le gustaba tanto, que siempre lo buscaba, aunque fuera haciendo trampas. Lo decía así, con inocencia, sin atisbos de la más mínima culpabilidad, divertida y orgullosa de su carácter de ganadora. Ganar es ganar. Así que eso de que las reglas se inventaron para saltárselas es una verdad radical. Básicamente, hacemos reglas porque somos unos comediantes, unos actores, que vamos de “nobles”, de “legales” y que, si estás socializado como Dios manda, sabrás casar con tu hacer oculto.

Lo que me extraña es que se diga expresamente. Ya hemos pasado de la situación en la que se simula –“hipocresía burguesa”, se decía-, a la situación en la que está claro que todo es mentira, y jugamos a ser solidarios y ambiciosos, ganadores y buenos perdedores.

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