miércoles, 15 de abril de 2009

El mar, el amor y el mar y el amor...

«Había querido hablar del mar, y podía haber dicho algo como esto:

"Fue el mar, más que ninguna otra cosa, quien hizo que empezara a pensar en secreto acerca del amor. Un amor, ya sabes, por el que valga la pena morir, o un amor que te consuma. El mar, para un hombre encerrado todo el tiempo en un barco de acero, es algo muy parecido a una mujer. Le son familiares sus tormentas y sus calmas, o sus caprichos, o la belleza de un seno al reflejar el sol poniente. Y más aun: estás en un barco que monta el mar y lo cabalga, y al que sin embargo el mar constantemente se resiste. Es el viejo proverbio acerca de las millas y millas de agua maravillosa donde, sin embargo, no puedes apagar tu sed. La naturaleza rodea al marino con todos estos elementos, tan parecidos a una mujer, de los que pese a todo está tan apartado como pueda estarlo un hombre del cuerpo cálido y vivo de una hembra. Y ahí es donde el problema empieza, ahí mismo, estoy seguro".
Pero alcanzó sólo a recitar un par de líneas de la canción: "Ahora mi hogar es el mar: así lo he decidido. Pero también debo dejar caer una lágrima...".
—Curioso ¿verdad? Es mi canción preferida.
—Es una canción maravillosa -dijo ella. Pero él sabía que era sólo un intento de dejar a salvo su orgullo. Aunque ella pretendía conocer bien la canción, era obvio que la acababa de oír por primera vez entonces.
Ella no puede penetrar los profundos sentimientos de una canción como ésta; ni ver a través del muro de sombras de mi naturaleza de hombre el anhelo que a veces me hace llorar. Muy bien: entonces, en lo que a mí concierne, no es sino un cuerpo más.
Le bastó una mirada para darse cuenta de cuán delicado y fragante era aquel cuerpo. »

Fuente: El marino que perdió la gracia del mar, de Yukio Mishima

Al sonido de las primeras notas de La Mer, veo que Isabel se acerca, contoneándose, sin dejar de mirarme a los ojos. Tiene una sonrisa retadora y sugerente, sensual y divertida. Me toma del brazo, se pega, me hace danzar. No tengo elección. Está feliz. Me hace feliz.




Para el curioso, aunque despistado, dejo Beyond de Sea, que es una versión jazzíztica del mismo tema en inglés (no es una traducción, más bien una adaptación cantada por George Benson.


2 comentarios:

Viandante dijo...

Ten la seguridad de que buscaré leer ahora el libro completo. Gracias por ese regalo.Un saludo.

Sensaciones dijo...

Te gustará, Viandante. Y me agrada que lo consideres un regalo, porque esa es precisamente su intención.

Regalar es compartir un gozo común.

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