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viernes, 25 de junio de 2010

La moral, los pantalones y la ciencia (770 palabras)

El ámbito de la moral se suele considerar en términos religiosos, es como si las personas no pudieramos ser buenos más que a través del "temor de Dios", o de hacernos hijos predilectos.

Se han hecho estudios estadísticos en los que se planteaban dilemas morales y las diferencias entre ateos y creyentes no eran significativas. Por ejemplo, Hauser y Singer proponen el siguiente dilema moral (para ser precisos, este no llega a ser un dilema, para la mayoría de las personas):

Ves a un niño ahogándose en un estanque y no hay otra ayuda a la vista. Puedes salvar al niño, pero tus pantalones se destrozarán en el proceso.

El 97 por ciento estaba de acuerdo en que deberías salvar al niño.

Pongo este ejemplo, citado por Dawkins, porque de pasada se sorprende de que "al parecer un 3 por ciento preferiría salvar sus pantalones", y me sirve para ilustrar que ese "pequeño" porcentaje se corresponde muy bien con el número de psicópatas estimado entre nuestros congéneres homínidos. Algo que, por cierto, resulta más bien incomprensible para los que nos ven a todos como "hijos de Dios". Y aprovecho para notar lo nefasto que resulta la falta de realismo material al no ser capaz de asumir que, sin duda alguna, existe el mal, existen los individuos radicalmente malvados (hipernarcisistas, megaegocéntricos, sin sentimiento de culpa por daño causado, manipuladores), y esto es algo que, aunque admitido por la fuerza de los hechos, no está recogido en el cuerpo legal, para desgracia de quienes podamos ser víctimas de semejantes criaturas de Dios. Pero el inconsciente colectivo se pierde en la noche de los tiempos.

Este mismo mar de bondad innata en que bebe el ser humano está instalado en las mentes de tantos doctores de la psicología, que a través de una entidad tan difusa como la que denominan trastorno de la personalidad, vienen a decir que cuando una persona hace el mal, es porque está poseída por algo externo. Si antes era un espíritu, ahora es una especie de pseudoenfermedad.

La enfermedad nos remite siempre a una estado sano, y en el caso de la locura o psicosis no plantea mayores problemas, más allá de la anecdótica simulación. El trastorno nos remite a un estado normal. ¿Y cómo se define la normalidad? Desde un punto de vista social que sobrentiende que la sociedad es esencialmente buena. La normalidad tiene, pues, una definición esencialista (metafísica, idealista), como el Cielo, o el Infierno.

Los defectos humanos representarían componentes diabólicos, al menos cuando tienen demasiada intensidad. En la naturaleza, los celos son origen de animalicidios, en los humanos, de homicidios, aunque si lo hace un hombre a su pareja o expareja es "Violencia de Género" y si lo hace una mujer es... "crimen pasional".

Si un ser humano asesina por celos, sea hombre o mujer, puede estar afectado de locura, pero este último estado es el culmen de un proceso agresivo más o menos paranoico. En ese proceso es cuando hay que actuar. Hacer ver que la estrategia destructiva sólo provocará dolor y perjuicios sin solución, y que el leve alivio que pueda sentir el afectado, tan solo será un instante. Pasa por una estrategia de crecimiento, de aprendizaje, de reflexión, de inteligencia. En muchos casos puede ser una auténtica batalla, pero no intergéneros, sino intrahumana. En último término, si la persona tiene una fuerte dosis de integridad moral, se suicidará antes que dañar a otro, o preferirá el autoaislamiento.

Piénsenlo cuando vean a un "solitario". Quizá sea un ser herido que haya decidido suicidarse socialmente para evitar daño a otros. Apechugando con su destino, podría él, ser, en algún sentido relativo, un héroe. En el extremo opuesto, un ser humano menos íntegro, que utilice sus insuficiencias sin afrontarlas, escudándose en otros, en su pareja, en un matrimonio, en una familia... todos ellos parapetos sociales, puede verse completamente perdido, en estado de lucha por la supervivencia, cuando ve que todo eso se puede perder. Así, la enfermedad socializada, la bebida, la farmacopea, la droga pueden aparecer como entidades al servicio del autoengaño, del alivio cerrando una herida en falso que engañosamente le lleve por el camino de la sinrazón.

En la selva social mundana, habitan toda suerte de entes, unos declaradamente pacíficos, otros siniestramente peligrosos. La mayoría en medio de esos extremos podrán, si las condiciones lo facilitan, escorarse a un lado. Cuando se llega al extremo, ya puede ser demasiado tarde.

Pero, por favor, no lo traten de arreglar a base de meter miedo. No se olviden del ser humano que, macho o hembra, nace de mujer y es una entidad limitada y débil, como su propia madre.

Y por favor, tampoco se olviden de que un 3 % de la población puede estar formada por individuos que dejarían que un bebé se ahogara antes que perder los pantalones.

viernes, 4 de septiembre de 2009

No es posible la venganza, sólo la justicia


"Confunde al atacado con el atacante; al torturado con el torturador; al asesinado con el asesino. Que duda cabe que la historia de Dachau nos la podría contar el miembro de las SS y el prisionero; la de Mylay, el teniente Calley y la madre arrodillada; la de la Universidad de Kent State, los miembros de la Guardia Nacional y los estudiantes muertos por la espalda. Pero sólo un cretino moral sostendría que todas estas historias son igual de verdaderas"

El materialismo cultural, Marvin Harris. Alianza Editorial
Me llama la atención la ignorancia supina en la que vivimos los ciudadanos en este país. No tenemos ni puta idea de como funciona la Justicia, razón por la cual todo el mundo se permite "opinar" sobre el uso o no de un jurado popular.

No dejan de asombrarme aquellos que están buscando con denuedo ¡juzgar a las víctimas!, su supuesta búsqueda de "venganza en lugar de justicia" basándose en una simple frase sacada de contexto. El padre de Marta del Castillo, Antonio, manifestó su agrado porque haya un jurado popular. Evidentemente, sólo es una creencia suponer que ello contribuirá a que se haga justicia o no. En todo caso, una frase que se le atribuye es que no sabe si la sentencia será o no más justa. Así de simple: ¡no sabe! Pues agarrándose a esta frase, un individuo del que no sabemos nada -¿es un psicópata, es interesado?...- manifiesta que de aquí se deduce claramente que el padre de Marta "no quiere justicia sino venganza".

No tiene este hombre y los allegados de la víctima bastante sufrimiento con lo que ciertos individuos les hacen padecer, sino que hay una clase de individuos que en aras de una aparente independencia sobrehumana -que oculta, como buena máscara, otra cosa-, lo que hacen es observar con lupa, bajo una ¡teoría de la sospecha hacia las víctimas!, -una especie de presunción de culpabilidad-, cada manifestación del entorno de éstas, y se resalta fuera de todo contexto lo que digan. Siempre bajo la sospecha de la búsqueda de venganza. Literalmente, actúan como si fueran abogados al servicio del imputado, es decir, del atacante, aunque sea acostumbrado expresarlo desde el punto de vista de estos últimos, bajo la denominación de "defensores". ¿Pero no cuentan ya con toda clase de ayuda en ese sentido? Bien claro es que hay una proyección de alguna clase de resentimiento bajo la vitola de un sentido de la justicia cuasi divino.

Es bien claro que los asesinos y adláteres utilizan con facilidad esta actitud de una supuesta máxima observancia de garantías jurídicas, incluyendo el "derecho a mentir", no penando ni a priori ni a posteriori la absoluta falta de colaboración con la justicia.

Los únicos que no desean hacer ninguna clase de justicia son los implicados en el crimen y parte de sus allegados. Los demás, con mejor o peor tino, buscan alguna clase de justicia, nunca de venganza.

Apelar a una supuesta "objetividad" de los profesionales y una supuesta "subjetividad" del jurado, que muchos describen como "populacho" -el mismo que va a votar- es una forma clara de manifestar que todo el mundo es un borrego, salvo los profesionales, claro.

Lo cierto es que sobre la mayoría de los crímenes, saben más algunos allegados que todas las autoridades juntas. De hecho, en delitos complejos, la policía sin esos allegados, bajo el nombre de "confidentes", sería ciega, idiota, como ustedes quieran calificarla.

Hay en la justicia y sus profesionales y seguidores -estudiantes, futuros profesionales...- una inmensa soberbia, un inmenso complejo de superioridad moral y material que, bien adoctrinados desde afuera, y bien condicionados desde sus propias motivaciones, les permite pasar por encima de todos los demás, que siempre serán "populacho".

La institución del jurado existe, y es legal. ¿Buena, mala? No sé, pero estar prejuiciando ya su influencia es una buena prueba de que el "juicio paralelo" es una necesidad vital que manifiestan quienes lo critican -ya están haciendo otro juicio paralelo-.

Es impresionante la cantidad de información que se pierde, o mejor dicho, se desdeña con soberbia -que suele ocultar otras motivaciones-, de personas cercanas al suceso por el mero hecho de incluirlo en el "populacho", por considerarlos, a priori, pre-juzgadores. ¿Quiénes tienen más prejuicios?

Muchos ciudadanos, imbuidos de una soberbia inmensa, y dejando aparte los que puedan tener rasgos psicopáticos u otro tipo de variación caracterológica más o menos pestilente, no hacen más que enjuiciar a las víctimas como buscadoras de "venganza". Una muestra de la confusión entre atacante y atacado. El relativismo a ultranza. Una muestra de que la presunción de inocencia sólo se utiliza para garante del atacante, nunca del atacado, que sin duda es la víctima.

En el ámbito judicial, que es el único que está en juego por razones obvias, nadie puede hacer venganza: simplemente, no es una opción. Sólo lo es para los criminales cuyos derechos tanto "preocupan". Venganza supondría hacerle al delincuente lo mismo que él ha hecho a la víctima. Hablar de "venganza" en el ámbito judicial es un insulto a las personas inteligentes, y sobre todo a las personas honradas, íntegras, decentes. Ninguno de estos asesinos recibirá, desde la ley, venganza, ninguno. Será la pena más o menos justa, o tal vez absolutamente injusta y una auténtica burla para la víctima, pero nunca será venganza, nunca se les negará lo que ellos le han negado con todo el cinismo a la víctima. Nunca se les negará lo que ellos les han negado a los allegados de la víctima, que SIEMPRE llevarán el dolor y la humillación de ser injustamente tratados. Los imputados tendrán la oportunidad de reírse. Y caso de una "victoria", será la risa más triste y diabólica que quepa imaginar. Una risa que, por otra parte, es habitual en cierta clase de individuos.

Aquí no hay un juicio paralelo, hay varias vías paralelas, algunas apuestan por una exacerbación de las garantías de los imputados. Unos individuos que podrían haber ayudado a disminuir el sufrimiento de las víctimas, pero que como es habitual no les ha importado absolutamente nada con tal de beneficiarse. Claro que en esto hay una sospechosa empatía con los criminales: se considera lógico. ¿Y la sociedad tiene que considerarlo "lógico"? No todo el mundo piensa igual, a veces, la penitencia la busca uno mismo. A esto se le llama integridad, virtud en extinción, aunque ya la palabra "virtud" resulta arcaica. Si este tipo de criminales tuvieran una sola pizca de valor, se habrían terminado toda suerte de juicios paralelos. Son ellos los que los generan, no las víctimas, ni los medios. Son los atacantes y nuestra estupidez.

Esta es una sociedad de psicópatas, por y para ellos. Maquiavélicos, egoístas, narcisistas, indiferentes al sufrimiento causado, cuando no placer. Claro que los beneficios profesionales conforman un placer compensatorio.

En lugar de esa continua cantinela de "los medios" como generadores de juicios paralelos, podría ser útil preguntarse si no será que cubren -malamente, inapropiadamente, y con oportunismo- una necesidad de justicia que no cumplen quienes habrían de hacerlo.

Decididamente, los no psicópatas somos idiotas. Cada vez lo veo más claro. Decididamente, los psicópatas son superiores a los demás. En todo.

No hay más que ver como les seguimos el juego.
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